El Sistema Inmunológico y la Enfermedad Reumática

Nuestro sistema inmunitario es una increíble red de células que nos protege de enfermedades infecciosas y vigila el daño a nuestras propias células. A veces, sin embargo, el sistema está defectuoso y malinterpreta las señales. Como resultado, nuestro sistema inmunitario no reconoce a su propio cuerpo y comienza a “atacarlo”. Esto provoca afecciones llamadas “enfermedades autoinmunitarias” (autoinmunes), como la artritis reumatoide (inflamación de las articulaciones), el lupus eritematoso sistémico (más conocido como “lupus,” una enfermedad inflamatoria del tejido conectivo) y la vasculitis (inflamación de los vasos sanguíneos del cuerpo).
¿Qué es el sistema inmunitario?
El sistema inmunitario permite que el cuerpo identifique y destruya a los invasores externos (bacterias, virus, hongos, etc.) y controla a nuestras propias células para evitar que crezcan de manera incontrolable (tumores, cánceres, etc.). La complejidad y capacidad del sistema inmunitario para protegernos es asombrosa.
El sistema inmunitario puede dividirse en dos componentes: el innato (con el que nacemos) y el adaptativo (que se desarrolla a lo largo de la vida). El componente innato es la primera línea de defensa del cuerpo. Reacciona muy rápidamente para combatir entes que son extraños para el cuerpo, como los virus y las bacterias, e identifica las células dañadas. Las células del sistema inmunitario innato intentan destruir a los intrusos extraños mediante el ataque y la liberación de moléculas tóxicas. Además, emiten otras señales para reclutar a más células inflamatorias para que se sumen a la lucha.
El componente adaptativo reacciona con más lentitud; tarda varios días en activar las células T y B, y producir los anticuerpos para luchar contra los invasores extraños. Se desarrolla con el paso del tiempo y se fortalece mediante la aplicación de vacunas. El sistema inmunitario adaptativo también produce anticuerpos que recuerdan a los invasores extraños para que el sistema inmunitario pueda reconocerlos más rápido en el futuro.
Sin embargo, el sistema inmunitario se confunde en algunos casos. Ya no puede distinguir su propio tejido bueno de invasores extranjeros dañinos. Entonces, genera inflamación por error contra el propio tejido del cuerpo y provoca daño y enfermedad. Ese daño puede producirse en las articulaciones, los músculos, los vasos sanguíneos, los riñones y, prácticamente, cualquier tejido del cuerpo. Las enfermedades que implican este tipo de daño se denominan “enfermedades autoinmunitarias” (autoinmunes). Incluyen, entre otras, la artritis reumatoide, el lupus sistémico y la vasculitis.
¿Qué causa el cambio?
El motivo por el que el sistema inmunitario se vuelve defectuoso no es del todo claro. En algunas de estas enfermedades, los vasos sanguíneos son testigos inocentes. Cuando nuestros cuerpos están combatiendo un virus (por ejemplo, la hepatitis C), formamos anticuerpos contra el virus. Los anticuerpos y las partículas de virus se aglomeran y se depositan en las paredes de los vasos sanguíneos causando una inflamación. Esto puede resultar en la activación del sistema inmunitario que puede causar inflamación, daño y estrechamiento de los vasos sanguíneos, lo que puede interrumpir el suministro de sangre y producir aún más daño.
Otro factor de riesgo para desarrollar una enfermedad autoinmunitaria (autoinmune) es la genética. Los pacientes con un gen llamado “HLA-DR4” tiene un mayor riesgo de desarrollar artritis reumatoide. Esto se comprueba en un análisis de sangre, pero no se realiza habitualmente porque puede ser inespecífico. Por ejemplo, algunos pacientes tienen este gen, pero nunca desarrollan artritis reumatoide. Hemos aprendido a través de mucha investigación que la genética es solo una parte de la historia. Los estímulos ambientales (como los virus y el hábito de fumar) también pueden influir en el sistema inmunitario para que reaccione de una manera inadecuada y cause una enfermedad autoinmunitaria en lugar de proteger el cuerpo. Por lo general, hace falta tener cierta composición genética y las exposiciones ambientales para dirigir su sistema inmunitario hacia un estado autoinmunitario (autoinmune).
Un proceso similar ocurre en el caso del lupus eritematoso sistémico. Los antecedentes genéticos, al igual que las exposiciones ambientales particulares generan una situación en la que la persona se encuentra en un riesgo mayor de desarrollar una de estas enfermedades.
¿Cómo se diagnostican las enfermedades autoinmunitarias?
Las enfermedades autoinmunitarias pueden ser muy difíciles de diagnosticar, y el tratamiento adecuado debe seleccionarse cuidadosamente para la enfermedad correcta en el momento justo. Cada diagnóstico requiere de una evaluación exhaustiva de antecedentes y un examen físico, además de varios análisis de laboratorio en muchos casos. Con frecuencia, se necesita la participación de un especialista, conocido como reumatólogo.
Un reumatólogo tiene capacitación adicional en el diagnóstico y manejo de enfermedades autoinmunitarias. Además del tratamiento anterior, el reumatólogo puede ordenar pruebas especiales. Por ejemplo, si se sospecha la presencia de vasculitis, el reumatólogo puede ordenar una biopsia de la piel u otra parte del cuerpo.
¿Cómo se tratan las enfermedades autoinmunitarias?
El componente fundamental de todas estas enfermedades es el propio sistema inmunitario del paciente, que favorece a la enfermedad. Por lo tanto, los tratamientos que actúan sobre el sistema inmunitario pueden ayudar a aliviar la enfermedad.
Si se requiere tratamiento, los fármacos utilizados pueden incluir medicamentos que combaten la inflamación muy rápidamente (p. ej., esteroides), medicamentos orales que cambian el curso de la enfermedad con el tiempo (p. ej., metotrexato) o, incluso, medicamentos biológicos más nuevos que cambian o desactivan partes del sistema inmunitario responsable de la enfermedad autoinmunitaria (p. ej., inhibidores de TNF, inhibidores de IL-6, etc.).
Estas drogas deprimen el sistema inmunitario, por lo que es esencial un control cuidadoso de los efectos secundarios. Solo un médico con experiencia con estos medicamentos y enfermedades, como un reumatólogo, debe supervisar los tratamientos.
Los nuevos tratamientos biológicos actúan sobre las moléculas pequeñas que organizan a nuestra propia respuesta inmunitaria. Estos medicamentos incluyen a los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF), los inhibidores de la IL-6, los inhibidores de la interacción de las células T y B, entre otros.
Al usar una terapia dirigida específica contra los mensajeros específicos, es posible modificar la respuesta inmunitaria, ya sea para el lado bueno como para el lado malo. Cualquier cambio en el sistema inmunitario puede controlar la enfermedad, pero también puede enfrentarnos a riesgos diferentes, como a una infección, que su reumatólogo debe controlar.
Actualizado en diciembre de 2020 por Kristen Lee, MD, y revisado por el Comité de Comunicaciones y Mercadotecnia del Colegio Americano de Reumatología.
La presente información se proporciona con el único fin de brindar educación general. Para el asesoramiento médico profesional, el diagnóstico y el tratamiento de afecciones médicas o de salud, consulte a un proveedor de atención médica calificado.